sábado, 4 de abril de 2015

Pensando en lo Nunca Pensado


Tenía una inteligencia envidiable, y era dueño y señor de una escuela de Hechicería.

A mi lado yacía mi fiel guardián, un cuerno dorado, dragón fuerte.como 20 elefantes. Vivía en medio del Bosque de Torden y sobre mí  rumoreaban que hablaba con los lobos y dormía a los osos con tan solo mirarlos. Que entendía el vuelo de las aves. Que sabía del  secreto del Sol y del enigma de la Luna, y que si quería podía brillar más que estos dos juntos. Cuando me adentraban en el bosque decían que los árboles se apartaban a mi paso y que me fundía con el bosque. Ah…sí…¡Qué joven era! ¡Qué sabio! ¡Qué inteligente!... ¡Qué terrible!
Desde pequeño había descubierto que la gente se limitaba a aprender en el colegio, las personas inteligentes de sus errores, las listas de los errores de los demás (y alguno seguramente no de los propios), que él sabio aprende de la vida, y finalmente y quizá el ejemplo más importante, el verdadero hombre, el ejemplar es el que hace que la vida aprenda de ellos, o que esta haya merecido la pena. Quizá parezca utópico esto último, pero yo lo había conseguido. Sí, efectivamente, ¡habéis leído bien!


Estudiando en Leit, con diversos maestros había aprendido la Verdadera Magia, y con ella, la magia de las palabras, pues estas tienen poder sí, así como un nombre sobre una persona es un poderoso vínculo que lo mantiene atado a él.

Como acabo de decir las palabras tienen poder. Mucho poder. Hay gente que no lo sabe, unos pocos saben de ello, otros, tan solo, creen saber. Pero creedme, más saben los primeros que los últimos; más sabe el que no sabe nada. (Sí, esa famosa cita de Sócrates “Sólo sé que no sé nada”).Yo siempre digo: “ni siquiera sé que no sé nada” pero eso es muy enmarañado, porque sí se algo: que ni siquiera sé que sé algo, no os lío más, pero mi mente me atormenta la verdad, por cosas como esa y por otras como su insatisfactoria sed de conocimientos y de aprender cosas.

PD: podéis hacer eso de pestañear muchas veces seguidas, pero las palabras que acabáis de leer siguen aquí, por su propio poder…




Está bien, está bien… quería parecer un héroe, de eso de libros ejemplares como “El temor de un hombre sabio” “Memorias de Idhún” o “Eragon” .Pero no. No será verdad esa mentira que acabo de contaros pues no soy ni Rothfuss, ni Laura ni Paolini. Solo son ilusiones plasmadas, pero como toda persona tengo sueños.

Quizá mis sueños, se construyan de fino cristal, y con tan solo un suspiro, se rompan en mil pedazos. Sí, he visto sueños desvanecerse entre mis manos. Es como intentar contener arena en tus puños; al final se te acaba cayendo. Sueños...sí… aquí añado otro: “Quizá los sueños dejen de serlo, cuando se conviertan en metas”.


Había aprendido que tenía que luchar por mis sueños, y si podía ayudar a los demás a hacer lo mismo. Había aprendido que en la guerra podías llegar a odiar a tu enemigo, mientras que en el amor, llegar a odiarte a ti mismo, y, obviamente había aprendido cuál es peor, ¿si la guerra? ¿o el amor? Debo mencionar que muchas veces me inclinaría más por lo tercero, ¿Y vosotros?

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